Lo que en mi etapa escolar aprendí como ejemplos o modelos de conducta, ahora son “influencers”. La diferencia entre ambos es más que notable. Los primeros te hacían aspirar a la excelencia, a lo bello, lo digno y lo meritorio. Los que matan por un “me gusta” te enseñan el camino a la vulgaridad, lo hortera, lo gregario y lo zafio . Y es que, a falta de educación, una pizca de originalidad y cierto sentido crítico de las cosas, cualquier aspirante a ser famoso se planta en redes sociales, aparentando poseer voz y mando, más un nutrido auditorio al otro lado de la pantalla, para explicarte cómo debes vestir, comer, ejercitarte, gozar y, lo que es más esperpéntico de todo, actuar ante la vida. Se atreven sin pudor a decirte lo que debes hacer y lo que no. Por su cara bonita, en el mejor de los casos. Ni más ni menos. Sin falta de ninguna formación. Ni académica, ni autodidacta, ni tan siquiera como resultado de un largo proceso de experiencia exitosa en la materia. Basta un toque extravagante en el look, una buena pizca de demagogia, aderezo al gusto de lo políticamente correcto, buenismo a raudales y ahí se nos presenta el imbécil de turno para darnos lecciones ¿de qué?

La única intención es que le des al «me gusta» y contribuyas, al igual que el resto de la multitudinaria manada de seguidores, a que el gurú medíático siga aumentando sus ingresos publicitarios. Si, por lo menos, en sus vídeos, no abrieran el pico, para dejar de escuchar el chorreo de memeces y chascarrillos que acostumbran a repetir, tanto que ganaríamos. Para remate de despropósitos, estos “angelitos” no hacen más que joder el “palabrero”. Sus pies de foto son auténticos y continuados atentados a la gramática.
En cierta ocasión le pregunté a alguno de estos estupendísimos narcisistas si no se abochornaban al publicar lo que publicaban, dado que no podía evitar la vergüenza ajena al ver y leer tales “deposiciones”. La respuesta es que el rédito económico, compensaba cualquier posible enfangamiento de su persona e imagen. Enternecedor, a la vez que patético
Carlos-M. Prendes García-Barrosa.
Montebelo-Aguieira 11 de abril de 2019.