En el alto rendimiento deportivo, la parcela dedicada a la preparación psicológica, ha cobrado, en los últimos tiempos, más y más relevancia. El entorno competitivo cada vez es más complejo. Los deportistas encuentran hoy motivaciones para mejorar y ganar, muy distintas a las que se encontraban hace algunos años. El deportista de élite es un personaje admirado y sus grandes logros son expuestos, con todo detalle, a la sociedad a través de los medios de comunicación y la red. Del mismo modo, las consecuencias negativas que arrastra la no consecución del ansiado objetivo, también se han acrecentado. Son muchos los que analizan y critican las evoluciones de los grandes campeones, y tienen en su mano el hacer más grande la imagen de un deportista famoso o, en su defecto, complicar seriamente la opinión que la gente tiene de ese deportista, haciéndolo candidato a la impopularidad y, en el peor de los casos, al olvido y al abandono de la alta competición. Y no solo me refiero a las críticas o halagos de los periodistas. Las administraciones públicas del deporte y los patrocinadores, aportan cantidades muy importantes de dinero que deben rentabilizarse. Todo esto permite entender que solo aquellos deportistas con una cabeza muy bien «amueblada», unas deseos enormes de ganar, gran confianza en sí mismo y su cuerpo técnico, un entendimiento profundo de las repercusiones de sus éxitos y fracasos, etc. consigue sobrevivir en ese grupo selecto de grandes campeones capaces de mantenerse en la élite por largo tiempo. Damos por supuesto que en el alto rendimiento deportivo, a todas las capacidades mentales citadas, se unen, unas óptimas cualidades físicas y motrices. Así como en la parcela física, los especialistas en fisiología, biomecánica, nutrición, fisioterapia, medicina, etc, aportan sus conocimientos en la búsqueda de la mejora de rendimiento del deportista, el psicólogo deportivo se adentra en la personalidad del deportista intentando estimular aquellas áreas de la mente que harán al deportista más ambicioso, seguro, estable, agresivo, contento, concentrado o relajado, según toque, en el momento de la competición. Sin embargo, son muy reducidas las posibilidades de modificar una personalidad perfilada en infinitas direcciones distintas durante la infancia y la juventud, con las influencias determinantes del entorno familiar, social y escolar.
Reflexiono todo ésto, después de haber visto el resumen del partido de cuartos de final del Open de Australia 2014 entre Rafa Nadal y el búlgaro Dimitrov. Sin falta de ser especialistas en psicología del deporte, descubrimos actitudes en el partido que revelan en Rafa Nadal una personalidad absolutamente especial entre los deportistas de élite. Y es que las reacciones de Nadal cuando gana un punto, después de haber realizado un golpeo difícil, son realmente expresivas. Son reacciones propias de un deportista que está llegando por primera vez al éxito y no habituales en quien es ya un deportista «consagrado». Reacciones frecuentes de un deportista que se enfrenta a un rival mejor y más famoso que él y no comunes en quien tiene como rivales a deportistas que le admiran y tienen como referente. Ahí está lo asombroso de esta personalidad. No deja de tener hambre de ganar. No encuentra límites para jugar mejor al tenis. Sus expresiones de júbilo, sus «ganchos al aire» enseñando los dientes y sus poses absolutamente espontáneas y naturales al acabar los puntos difíciles, no suelen ser las de un deportista con un curriculum fantástico, confirmado en el ranking de la ATP como el mejor jugador de tenis del mundo.
http://www.ausopen.com/en_AU/video/index.html?tabName=match_highlights
Cuando Nadal gana un punto crucial, después de ejecutar un gesto técnico de forma impecable, lo celebra buscando con la vista, en la grada, a aquellos que le ayudan a conseguir ese nivel de maestría y esa ambición por ser mejor en cada golpe, en cada partido, en cada torneo, en cada temporada. Es un buen tipo. Es muy agradecido. Ese comportamiento no hace sino motivar más a todos aquellos especialistas que le entrenan. Nadal no para de pedirles más trabajo. Trabajo de calidad. Nadal y sus entrenadores siguen buscando herramientas que hagan que el nivel de excelencia técnica, física, táctica y mental siga mejorando. Rafa Nadal ha comentado en muchas entrevistas que no necesita el apoyo de un psicólogo deportivo. En ese caso, queda claro que cada una de las personas que le rodean en el proceso de entrenamiento, influyen muy positivamente y son determinantes, en su condición mental. Cada uno de estos personajes: su entrenador, su preparador físico, su médico, su fisioterapeuta, su «manager», su nutricionista, su representante de prensa, su familia, su novia, etc, hacen cada día más fuerte psicológicamente y mejor tenista a Rafa Nadal.
Carlos-M. Prendes