A medida que el periodo de crisis económica en nuestro país va haciéndose más largo, mayor es la sensibilidad y el repudio de los españolitos hacia los políticos incompetentes  y, sobre todo, corruptos. A ninguno de estos políticos se le ocurriría, después de haber sido señalado en los medios de comunicación por sus reiteradas fechorías  (algunos de ellos también son sentenciados por la justicia como culpables), el presentarse a unas elecciones para volver a ostentar cargo público alguno. Lo más probable es que, si lo hicieran, acudiera el populacho para “correr a gorrazos” a los responsables de haber metido la mano en el cajón de forma tan indecente. Solo la inexistente catadura moral de los señalados corruptos, su prepotencia o, lo que es mucho peor, su estupidez, animaría a éstos a cometer semejante despropósito. El reciente intento de un famoso banquero (quien hace algunos años  terminó entre rejas) por hacerse un sitio en el parlamento gallego, demuestra lo arriesgado del intento para quién ha quedado clara su corruptela, aunque en este caso haya sido en el ámbito de la empresa privada.

A nadie se le escapa la responsabilidad de quien rigió los destinos de la RFEP hasta los JJOO de Pekín 2008, en la crítica situación económica que ha sufrido (y sigue sufriendo) la federación. Responsabilidad por acción u omisión. Da lo mismo. En definitiva responsabilidad directa. Quién hasta bien cercano el final de su mandato, fue su fiel escudero, especialmente en las labores “recaudatorias” para todo aquello que supusiera la “actividad nacional” de la federación, también ocupa un lugar preferente en la lista de responsables directos del descalabro económico de la federación tras los JJOO del 2008.

Me comentaba hace algún tiempo un técnico del CSD, compañero de promoción en el INEF, que en el máximo órgano de gobierno del deporte español, se tenía constancia de que una buena parte de los presidentes de las federaciones deportivas españolas dedicaban su tiempo de mandato, no así a crear proyectos para incrementar la importancia de su deporte, sino a construir “entramados de poder” que aseguraran, al cabo de cuatro años, su reelección como presidentes. Dicho “en plata”, se dedicaban a “comprar votos”. Y a eso se dedicó el anterior presidente de la RFEP,  con la inestimable ayuda de su eficaz escudero, el tiempo que ocupó despacho  en Antracita 7. Bien cara nos salió su estrategia para perpetuarse en el poder.

No parecen haber escarmentado el ex presidente y su eficaz servidor después de que quienes  el creía que eran fieles colaboradores, le dejaran tirado en la cuneta en la mismísima asamblea que elegía el nuevo presidente tras Pekín 2008. No creo que haya habido nunca un mensaje tan claro a un mandatario federativo para que dejara paso libre. Ni las tres medallas logradas en Pekín 2008 (cinco a lo largo de su mandato) por lo que él creía “su Equipo Nacional”, hicieron cambiar de opinión a una gran mayoría de asambleístas hartos de despotismo, oscurantismo, personalismo y falta de ética.

Hoy por hoy, en los mentideros del Piragüismo, se sitúa a estos dos personajes, un día liderando su propia candidatura (en el caso del ex presidente) y otro día, el uno, el otro o los dos juntos (si bien todavía mal avenidos), en apoyo de una de las candidaturas ya oficializadas.

Así que animo a todos los que tendrán que decidir en breve quién presidirá la RFEP en el nuevo ciclo olímpico, a que reflexionen sobre la “hoja de servicios”  de cada uno de los candidatos y quienes les apoyan en campaña. No olvidemos que a los políticos corruptos, se les inhabilita para ejercer cargo público.

Decía mi amigo técnico del CSD, que tanta impunidad sobre aquellos que de forma tan irresponsable gastaban los recursos públicos, no terminaría hasta que el Alto Rendimiento Deportivo, pasara a ser directamente controlado por un organismo técnico dependiente del CSD y no tanto por las federaciones. Y eso no ocurriría hasta que una ciudad española fuera elegida de nuevo sede de otros JJOO, lo que obligaría al gobierno central a modificar la ley del deporte y así los líderes indecentes de las federaciones deportivas dejarían de manejar inadecuadamente grandes cantidades de dinero. Así que imploremos al Altísimo que Madrid sea elegida sede olímpica para el 2020 y, de paso, para que ilumine a quienes tienen que elegir el próximo presidente de la RFEP.

Carlos-M. Prendes García-Barrosa.