Jesús también se mostró expeditivo cuando expulsó a los mercaderes del templo. El celo por la casa del Padre le devoró y no pudo soportar el ultraje que suponía ver a los cambistas comerciando allí. «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Estamos en la Cuaresma y debemos imitar a Jesús en su celo por la casa del Padre. Mi primer impulso es incitar a los católicos a seguir el ejemplo de Jesús frente a los frecuentes ultrajes y humillaciones que sufrimos los católicos en los últimos tiempos desde la izquierda radical. Mi primer impulso hubiera sido el desalojar a Rita Maestre a latigazos de la capilla de la Complutense. Mi primer impulso hubiera sido azotar a Ada Colau cuando una de sus «sacerdotisas» hizo, en un acto público, un uso blasfemo y grosero del Padrenuestro. Voy a reprimir una vez más mis impulsos básicos, primitivos, para seguir los consejos de Benedicto XVI cuando en este tiempo de Cuaresma invitaba a interpretar este pasaje del Evangelio de forma que entendamos el cuerpo de nuestro prójimo como el templo del Padre. Estoy dispuesto a venerar, incluso al prójimo que más me ofende, mientras haya RESPETO.
El editorial de Luis del Pino al respecto, es contundente:
Carlos-M. Prendes García-Barrosa.