Sábado, 29 de marzo de 2014. La sesión de entrenamiento en agua estaba terminando. Se acercaba el mediodía. Llamé a Toni para saber si podía pasar por Trasona. Mis chavales estaban entrenando muy bien desde que comenzó la concentración, hacía ya diez días, y la fatiga muscular era evidente en todos ellos. Además, en el caso de uno de los deportistas, no terminaba de desaparecer una inoportuna contractura en la espalda. Me pidió que lo esperáramos en Trasona antes de ir a comer al hotel en Candás. Como cada vez que acudimos de concentración al C.T.D. de  Trasona, estabas dispuesto a echar una mano para ayudar a reducir el cansancio que ocasiona en mis piragüistas el acúmulo de cargas elevadas de entrenamiento. En el dispensario médico Toni cumplía con su función terapéutica a la perfección, a la vez que me pedía que le contara “cosas”. Cosas de la técnica de kayak, de la planificación del entrenamiento, del entrenamiento de la resistencia, del estado de forma de mis chavales, etc. El también me quería contar cosas. Su hijo. Siempre apasionado hablando de su hijo. Los Gorilas, el Equipo Nacional Español, los juveniles del C.T.D. de Trasona, etc. Piragüismo. Mucho Piragüismo. Al acabar la sesión quedamos en que te llamara el lunes, para contarte como empezaban la semana los palistas después de la sesión de “fisio” contigo y el descanso dominical. No hubo tiempo para que te llamara. El domingo por la tarde, mi hermano Miguel me llamó para darme la fatal noticia. El aturdimiento de la llamada no me dejó interpretar que aquello no tenía solución. En ese momento busqué el agarrarme como fuera a algo que me diera alguna esperanza de que lo que me contaba Miguel no era verdad. Si llamaba a Eduardo y me confirmaba la muerte de Toni, la fría distancia del teléfono nos haría sufrir a los dos mucho más. Me decidí a llamar a Miguel García. El dolor y la impotencia que nos ocasionaba la noticia de la repentina muerte de Toni Mallo, nos dejó apenas pronunciar cuatro palabras y acabó por partirnos aún más el corazón.

Carlos M. Prendes, Toni Mallo, Eduardo Prendes y José Carlos Díez.

Han pasado ya tres meses desde que falleció Toni Mallo. Nunca me hubiera imaginado, si me hubieran planteado esta posibilidad hace unos pocos años, que iba a sufrir tanto su marcha. ¿Y por qué? A fin de cuentas desde que nuestros caminos profesionales se separaron, allá por el 2000, habíamos reducido mucho la convivencia que nos había unido en nuestra etapa como piragüistas de élite. Ahora me doy cuenta que todos aquellos años compartiendo ilusiones en torno al Piragüismo, forjaron una amistad que era más fuerte de lo que yo imaginaba. Y me doy cuenta ahora, tarde. Lo que me hace pensar si esta vida loca a la que nos arrastran  nuestros trabajos, desvelos, problemas y retos  profesionales, merece la pena.

Que Dios te bendiga, “Tonín”.

Carlos-M. Prendes Gª-Barrosa

(7 de julio de 2014)