Una de pesimismo.

Las dudas me asaltan… ¿Y si fuera que el esfuerzo que hicieron quienes intervinieron en mi «educación básica» ha sido baldío? ¿Hubiera sido yo un «ciudadano» más capaz, más íntegro, más preparado, mejor persona, en definitiva, de haber sido educado en función de las estrategias pedagógicas que imperan en nuestros días? Siento curiosidad por saber qué Carlos-M. Prendes Gª-Barrosa  hubiera resultado de una educación en la que se me hubiera exigido menos, en la que la disciplina no hubiera sido tan férrea, en la que no se me hubiera castigado tanto ante mis errores. ¿Se equivocó mi padre haciéndome entender desde muy jovencito que solo existen recompensas que merezcan la pena tras haberse uno esforzado en un proyecto el tiempo  necesario? «El sentido del deber, Carlos. El sentido del deber…» ¿Y si mi madre y mi «abuelita de Cuba» no se hubieran empeñado tanto en cuidar mis modales? Al fin y al cabo, ¿sirve de algo hoy en día, el no ser grosero, el ser caritativo, el ser humilde, el ser respetuoso con los demás, el ser cortés, el ser generoso y discreto? ¿Para qué carajo me enseñasteis que obedecer, aprender a pensar y ser feliz no son incompatibles? Si el paso por la universidad (la que otorga títulos y formación, y la de la vida) no me hubieran ayudado a pulir mi innata timidez, me costaría ahora el preguntarme en alta voz por la necesidad de haber sido formado en la abnegación, la caridad cristiana, la resignación,  la mortificación y la penitencia.  «Ten cuidado en dónde te metes Carlos… El castigo, ni mentarlo. Esos métodos ya están caducos. El castigo es herramienta en desuso, impropia de ciudadanos modernos…»  Maldita la hora en que se me convenció que la autoridad de mis mayores, mis maestros, mis entrenadores y el cura, era «sagrada».

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El caso es que cada vez más me noto como un «bicho raro» entre las generaciones educadas en la LOGSE, el estado del bienestar, el proteccionismo, la permisividad, el «buenismo», la paridad, el lenguaje no sexista, «igualar por la media» y «tal y tal». Lo siento, no puedo. No estoy a gusto… Aquellos que me rodean frecuentemente notarán que cada vez  estoy  más «insoportable». Me encolerizo cada dos por tres. Me siento muy impertinente y pronto a lanzarme al ruedo ante el mínimo envite de los «morlacos» que me provocan con tanta frecuencia. Cada vez me siento con menos apoyos a la hora de reivindicar, incluso ante aquellos a quienes estoy «obligado» a educar, el tipo de educación que yo recibí. Me esfuerzo por encontrarle el sentido a los comportamientos de aquellos que deberían ser mis modelos de conducta. Y no se lo encuentro. Me ha traicionado hasta el Rey que roba para sí  o intercede para que los hagan  sus hijas. Por debajo de él, otros «referentes morales tradicionales» me dejaron de convencer hace ya mucho tiempo: los políticos que trincan de forma obscena y mantienen en el pesebre a sus allegados mientras nos «sangran» a los demás, y sus amigos los jueces que cometen cohecho por doquier. Buscando el sosiego, me empeño en encontrar la belleza en aquellas cosas que tradicionalmente me la han ofrecido y cada vez me cuesta más. Me siento rodeado por fealdad, mediocridad, basura. Busco el silencio, el orden, la limpieza y la tranquilidad y recibo ruido, mucho ruido, caos, «cucho» y prisa, más prisa. Y entonces…, ¿a qué me atengo? Solo tengo dos opciones. La primera es ser consecuente con  la educación  que recibí a costa de seguir siendo etiquetado como un antiguo, rancio y «facha», y de perjudicar inevitablemente mi salud mental. La segunda, y cuando Dios quiera que mis hijos se independicen educativa y económicamente («¡Cuán largo me lo fiáis amigo Sancho…!»), apartarme del mundanal ruido y perderme entre «lloredes, praos, caleyes», los míos y la buena literatura.

Carlos-M. Prendes García-Barrosa

Acerca de cime1234

Sprint Head Coach Belgium Flatwater Canoeing National Team Presidente del Club Piraguas Los Gorilas de Candás https://cime1234.wordpress.com/ cime1234@hotmail.com
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2 respuestas a Una de pesimismo.

  1. Oscar dijo:

    Igual pienso Carlos,un saludo

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    • cime1234 dijo:

      Según la teoría darwinista de la evolución de las especies, estamos condenados a la extinción, al no habernos adaptado a las nuevas condiciones «ambientales» cambiantes. Un abrazo, «Polluelo».

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